viernes, 5 de agosto de 2011

Ella despidió a su amor, el partió en un barco en el muelle de San Blás. Él juró que volvería y empapada en llanto ella juró que esperaría. Miles de lunas pasaron y siempre estaba en el muelle esperando, muchas tardes se anidaron, se anidaron en su pelo y en sus labios. Llevaba el mismo vestido y por si él volviera no se fuera a equivocar, los cangrejos le mordían su ropaje, su tristeza y su ilusión. Y el tiempo se escurrió y sus ojos se le llenaron de amaneceres, y del mar se enamoró y su cuerpo se enraizó en el muelle.
Su cabello se blanqueó pero ningún barco a su amor le devolvía, y en el pueblo le decían, le decían la loca del muelle de San Blás. Una tarde de abril la intentaron trasladar al manicomio, nadie la pudo arrancar y del mar nunca jamás la separaron.
Se quedó ahí, se quedó hasta el fin.

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